martes, diciembre 05, 2006

Jalei - Edición Nro. 2

Al regreso de Luciano, se sucedió una catarata casi interminable de agotadores ensayos.
Casi todos a la noche tarde, bien tarde, cuando el cuerpo y las energías habían virado de intensidad y ya no eran las que podrían ser al comienzo del día.
Así y todo, avanzábamos.
Una vez con el texto completo en nuestras manos, el trabajo se aceleró.
Y entonces ahí empezaba la otra etapa del trabajo, eso de tratar de adecuar lo que sucedía con ese espacio tan particular que teníamos para montar nuestra puesta.
Y ahí apareció también, la visión tan acertada de Luciano, que supo transformar de manera maravillosa ese espacio hostil en una realidad donde las cosas ocurrían.
Los personajes tomaban formas, color, calidad… el espacio iba ganando en profundidad con la colaboración de las cámaras, tan bien utilizadas y manejadas con calidad y precisión por parte de Fernando.
Y reconfiguramos un espacio.
Y hubo espacio escénico.
Y hubo una obra intensa para contar, hasta cruel, pero que cuando llegamos al final, nos dimos cuenta que también era emotiva, que también era triste.
Y esta inversión de la carga de la prueba en su termino jurídico, cobraba significación.
Y estrenamos.
Es una caja de Pandora la espera. Es una obra en la que no tenemos idea previa de cómo será la recepción del publico, que por lo general, es tan variada como interesante.
Pero a todos les gusta.
El domingo 3 de diciembre salió una nota en La Nación que refleja casi fielmente las pequeñas cosas que intentamos trabajar en la obra.
Parece que lo logramos.
Acá la nota:

http://www.lanacion.com.ar/864246

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